La mujer que era
Querido hombre:
Miro una foto tuya,
ha pasado un año desde nuestro término.
Cómo me costó dejarte,
conquistador,
ángel de la noche,
cuerpo joven que he celado de invisibles rivales.
Cuánto lamí tus orejas,
chupé tus labios,
mordí tus bordes,
me hundí en tu cuello.
Muchas velas reflejaron los espejos.
Tantos negronis hemos bebido.
Querido hombre:
he necesitado de rivales
para aumentar mi deseo.
Lo sé ahora, que miro una foto tuya
y no sos mi jaula.
Ya no me gusta tu nariz
ni los ojos oscuros y desparejos,
la pequeña barba decorativa,
los comienzos de tu calvicie.
Querido hombre:
hemos sido violentos,
hubo un arte de gozar los cuerpos,
también hubo literatura.
Cuatro años duró mi pasión,
hasta que desistí de vos,
ángel de la noche,
tan empapado en teorías,
hablabas y hablabas
sobre no imitar.
Miro una foto tuya,
sonríes,
hay una cierta melancolía,
una curiosidad por tu presente,
pero no palpito con rapidez
ni se desespera mi piel.
Pero ahora
veo una foto tuya
y también sonrío.
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Del otro lado
Tomo mis pastillas,
bajo las persianas,
entro a la cama
y me acurruco a esperar la noche.
Me quedo quieta, alerta,
aguardo los avatares, el gran salto.
Del otro lado está mi madre,
veo sus arrugas,
su espalda cargada de sucesos,
sus manos deformadas,
estoy con ella algún rato
y me despierto feliz.
Del otro lado está mi hombre
y la repetida figura del padre de mis hijos.
Hay un arma debajo de mi almohada,
hay estúpidas secuencias,
gente desconocida,
hay una mujer que soy yo,
que vive otra vida
y conversa con ciertos muertos,
dice lo que yo diría,
besa bocas que he besado,
conoce nuevos lugares,
sufre celos por el mismo amante,
pierde vuelos, valijas, relojes.
Del otro lado se deslizan las sábanas sobre mis piernas,
alguien invisible las corre,
me saca de la cama, me alza,
me lleva hacia la puerta,
le digo que no,
que no lo haga,
que conversemos,
y me despierto agitada,
eléctrica, en convulsión.
Del otro lado engaño a mi hombre,
un hijo se suicida,
el otro hijo se tira al agua desde muy alto,
roban la casa de mis padres,
me pierdo en una ciudad desconocida,
manejo,
la lluvia me ciega,
camino desnuda y alguien me abraza,
mi padre agujerea una pared,
atravieso una calle inundada y me caigo.
Del otro lado soy varón,
y una mujer intenta abusar de mí,
la muerdo, le pego,
la empujo,
pero todo es en vano,
ella inmutable sonríe.
Del otro lado busco el arma guardada,
me preparo para usarla
contra la anciana que seré
de este lado.